Existió un gran leñador una vez, era un hombre grande y fornido, y el solo, era capaz de realizar la misma tarea que realizaban varios hombres un día.
Hasta que llegó un momento, en que el hombre, empezó a cortar menos árboles, y cada vez menos. Empezó a dedicar más de su tiempo, pero nada, cada vez menos, cada vez menos.
Finalmente un día, su capataz le dijo:
Hasta que llegó un momento, en que el hombre, empezó a cortar menos árboles, y cada vez menos. Empezó a dedicar más de su tiempo, pero nada, cada vez menos, cada vez menos.
Finalmente un día, su capataz le dijo:
-¿Cuando fue la última vez que afilaste tu hacha?
-Nunca la afilé, tan solo me dediqué a cortar.
Lógicamente, el filo de su hacha se había quedado tan romo como si de un martillo se tratase.
-Nunca la afilé, tan solo me dediqué a cortar.
Lógicamente, el filo de su hacha se había quedado tan romo como si de un martillo se tratase.
Compañeros de celda, vivid la vida al máximo, haced todo lo que podáis, no os encasilléis en algo, o el hacha perderá su filo. Salid, reíd y disfrutad, hasta así llegar a romper los barrotes de la celda.
2 comentarios:
Y las obligaciones....que?????
Hay que disfrutar, pero tambien trabajar, hay que tener sentido comun, en todo momento y en toda catividad.
Por supuesto, es bien sabido que primero las obligaciones y después las devociones.
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