sábado, 6 de diciembre de 2008

Un paseo para el recuerdo

Saludos reos... esta noche viene de la mano otro relato, no os podeis quejar, ultimamente os estoy dando demasiado cosa con que entreteneros... en fin... disfrutad...



Otra cita más, otra tarde de invierno esperaba cual estatua ecuestre al lado de la cafetería donde siempre quedábamos. Hacía un frío que helaba las piedras, seguro que un esquimal se sentiría como en casa, y para empeorar, los minutos parecía ser que no avanzaran, ya no sabía si llegaba tarde o es que llegué media hora antes… como siempre. Miré el reloj, las cinco y media, pasaban ya diez minutos, no es mucho, a saber lo que faltaba… gracias a dios, esa tardanza siempre ha creado en mi esa sensación en la barriga, esa especie de cosquilleo, que permanecerá hasta verla aparecer.

No dejaba de mirar hacia la esquina por la que siempre dobla, a cada dos por tres, no podía evitar lanzar alguna fugaz mirada hacia mi reloj, muy rápida, quería verla justo cuando apareciera, no cuando ya estuviera a mi lado. Pasaron diez minutos, quince, veinte y casi tocaban las seis cuando Alicia torció la esquina, la miré sonriente, ella sonrió también cuando me vio, haciéndole aparecer esos hoyuelitos en los mofletes, apenas distinguibles, porque iba abrigada hasta las orejas. De debajo del gorro se podía entrever que llevaba su corta melena recogida en una coleta, esos preciosos ojos verdes, y la sonrisa de oreja a oreja que me estaba dedicando. No es que tenga un cuerpo de modelo ni mucho menos, pero es agradable y simpática, siempre me sentí atraído por ella, pero nunca tuve el valor de decirle nada...

Cuando llegó a mi lado nos dimos dos besos y un pequeño abrazo.


-Disculpa… ¿llevas mucho tiempo esperando?

- Ah, ni idea, el tiempo pasó volando… bueno, el parque nos espera, ¿vamos? –Le dediqué una sonrisa a la vez que ella se cogió de mi brazo, risueña como siempre, y nos dirigimos tranquilamente al parque donde últimamente íbamos a dar un paseo a un parque precioso que había a apenas quince minutos del centro de la ciudad a contemplar el estanque congelado y los árboles cubiertos de nieve.

-Mierda –Pienso para mi mismo-

De repente sentí un pinchazo en el corazón, y como bien predije, a los pocos segundos, empezó a bombear a una velocidad alarmante. Rápidamente y sin que Alicia se diera cuenta cogí las pastillas que me recetó el médico para estos casos con el otro brazo y me la tomé, a los pocos segundos, el corazón retomó su ritmo normal. No es nada preocupante, y me pasa muy pocas veces, así que no había porque alarmarse, además, esta tarde la iba a dedicar solo a ella.

Casi todo el paseo permanecíamos callados, me dijeron una vez que manténgase callado si usted no puede mejorar el silencio. Entre mi timidez y la suya, alguna vez reíamos por un par tonterías y poco más… básicamente paseábamos y nos sentíamos bien el uno con el otro… Quizás ahora sería buen momento para decirle que la quiero… o mejor la sorprendo con un beso… no se qué hacer… quizás sino fuera tan tímido… venga va, ahora, me paro, la tomo por los hombros y se lo di…

No pude acabarlo, a la que me di cuenta, Alicia me había quitado el gorro y corría con él mientras se deshacía en carcajadas. Pues no iba a quedarme atrás, pensé, me lancé detrás de ella a seguirle el juego, ya que no parecía que iba a detenerse. Tampoco corrí a fondo para hacerlo un poco más largo, pero finalmente la alcancé y aprovechó para tirarme de espaldas contra un montón de nieve. Ella se dejó caer de lado y se quedo mirándome fijamente a la vez que sonreía… Ahora era el momento, no, espera, parecía que ella fuera a decir algo, abrió la boca, pero no dijo nada, y los mofletes se le sonrojaron un poco. Vamos Rubén, lánzate de una maldita vez… pero no me lancé, lo único que hice fue tenderle el gorro que me ha cogido.

-Para ti. –Ella puso cara un tanto extrañada-. Si es un regalo, toma.

-¿Porque?

-Somos amigos… ¿no puedo regalarte algo porque si? –Se encogió de hombros y lo cogió a la vez que sonreía, esa sonrisa me volvía loco, hacia que la quisiera más… si eso era posible… Nos sacudimos la nieve y dejamos el paseo por esa tarde.

Cuando fuimos a separarnos, ella se ruborizó un poco y volvió a abrir la boca, pero esta vez habló.

-Quizás hoy querrías acompañarme a casa… y no sé, siempre podríamos hacer algo… ver una película o lo que sea… ya que siempre damos la vuelta y cada uno marcha por su lado, nunca hacemos nada distinto…

No me lo creía ni yo, había sido ella la que al final se había lanzado y que encima decía de hacer algo distinto… me falta valor a veces… o siempre…

-Claro, vamos. –Ahora ya sí que no podía dejar de sonreír como un tonto, seguramente si estuviéramos luego un poco más tranquilos podría intentar declararme… quizás me lo diga ella pero no se… creo que Alicia siente lo mismo, aunque también es vergonzosa como yo… a veces quisiera no pensar, simplemente actuar… pero nunca pasa…

El tiempo de llegar a su casa se me pasó volando, nada más que pensaba cuando decírselo y a la que me quise dar cuenta ya estábamos ahí.

-Aquí es. –Rebuscó en su bolso, sacó las llaves y pasamos dentro.

Ya sabía que vivía en una casa, pero ahora que la veo, es sencillamente impresionante, las pareces estaban llenas de cuadros, y todos los muebles tenían cierto aire renacentista, siempre me gustó el arte y la verdad, esa casa parecía haber sido diseñada por el mismísimo Brunelleschi. Una vez en la parte de arriba, abrió una puerta que daba a una habitación que rompía la temática con el resto de la casa. Simplemente era una habitación normal, con un sofá enorme de piel, y justo delante de él, enmarcada en un armario lleno de películas una pantalla de plasma de unas dimensiones gigantescas.

Lo primero que hicimos fue quitarnos los abrigos y las bufandas, hacía frio, pero no el mismo que en la calle, por lo que Alicia encendió una estufa.

-¿Cual quieres ver? –Dijo a la vez que rebuscaba en esa cantidad ingente de películas.

-Pues… no sé, la que te apetez…

-¿Qué te parece Un paseo para recordar?

-Perfecto -. No sé porque, pero me huele a pastelada… al menos la veré con buena compañía...

Puso la película y rápidamente se acercó al sofá, se sentó y se recostó junto a mí… Pensé en decírselo en aquel momento… pero no, me rendí, por aquel día hubo suficiente, quizás me diría que no, y no quería estropear ese momento… le pasé el brazo por detrás de la espalda y apoyé mi cabeza contra la suya, mientras que me quedé mirando la película y alegrándome de poder estar junto a ella otro momento más…

Al cabo de bastantes minutos me desperté, mierda, esperé que no se lo tomara a mal. La película aún seguía y para sorpresa la mía, ella también dormía, apoyada en mi regazo… retiré con suavidad la melena de su cara y me quedé mirándola, embobado… podría haber estado así hasta el día del juicio final… de repente, noté otro pinchazo en el corazón, corrí a echar mano de las pastillas, pero… ¡esta vez el corazón no se acelera!, menos mal, una alegría, noté como el calor hacía mella en mi y sentí como mis párpados empezaban a pesarme más… y más… y me volví a dormir…

Abrí los ojos y vi que la película se ha acabado… ¿y esto? Vaya, me dormí en el regazo de Rubén, que también se había quedado dormido, que bueno es… ni siquiera me despertó. Miré el reloj. ¡Las diez ya! Me apresuré a despertar a Rubén, le cogí del hombro y le sacudí un poco.

-Rubeeen despiertaaaa –Canturreé-.

Pero Rubén no se despertó.

-¿Rubén? –Le volví a sacudir, un poco más fuerte, esa vez cayó de lado sobre el sillón y tampoco se movió, no pude evitar reprimir un gemido.

-¿Rubén? Si esto es una broma no tiene nada de gracia -. Dije bastante nerviosa, me acerqué a él y le busqué el pulso en el cuello, pero no lo encontré, el corazón no le latía. Reaccioné lo más rápido que pude, y me lancé a por un móvil para llamar a la ambulancia, pero casi ni podía teclear los números correctos, los dedos me temblaban como si fueran flanes y apenas podía coger bien el teléfono, y peor aún, las mismas lágrimas que están empapando el móvil, eran las mismas que inundaban mis ojos.

Finalmente logré marcar el número, pero entre mis lloros y mis balbuceos no sé si se habrán enterado de la calle o incluso de la ciudad… respiré profundamente intentado relajarme, no pude, y luego me dispuse a hacerle la respiración artificial, tal y como me habían dicho por teléfono, aunque más que devolverle a la vida creo que lo ahogaba a cada lágrima mía que resbala sobre su inerte rostro, tras lo que me pareció una angustiosa eternidad empecé a oír una sirena. Rápidamente abrí la puerta de la entrada y volví a subir a continuar haciéndole la respiración, enseguida subieron dos médicos y me apartaron, apareció un tercero con un carro de paradas, que lo dispuso todo para usarlo en Rubén. A la que me di cuenta, una cuarta persona se puso a mi lado y me frotaba la espalda, la abracé y cerré los ojos intentado obviar lo que estaba pasando a mi alrededor, intentando no oír las descargas del desfibrilador, queriendo imaginar que soñaba lo que acababa de pasar, queriendo olvidar que oí que era inútil, no paraba de llorar como una magdalena, hasta que de repente las descargas pararon para ser sustituidas por un pitido muy pausado, pitido que lo primero que me vino a la mente fue la máquina que marca el pulso del corazón. Me giré y pude ver como el pecho de Rubén subía y bajaba, respirando.

Me sequé las lágrimas y me dispuse a acercarme, más bien intenté acercarme a él para abrazarlo, pero no me dejaron, ¿porque no le dije que le quería? Porque seré tan vergonzosa… tuve todo el día para hacerlo y no lo hice, al igual que la semana pasada, al igual que los tres meses que vamos quedando juntos… Me echaron una manta por encima y bajamos por las escaleras detrás de la camilla, fuera vi la ambulancia esperando con las puertas abiertas, le miré a la cara mientras lo entraban en ese vehículo amarillo, cuando veo que Rubén abrió los ojos, y como muy torpemente, con su mano izquierda, abría y encogía su dedo índice, como queriendo que me acercara, las lágrimas volvieron a brotar en mi, esta vez si me dejaron acercarme, le abracé como pude intentado no apretarle lo más mínimo, mientras que mis lágrimas empapaban su frente. Él, con su mano izquierda se retiró muy lentamente la mascarilla que le inyectaba el aire, y con la derecha bajó mi cabeza hasta poner mi oreja a la altura de su boca. Y pude escuchar su voz, a un volumen apenas audible, y hablando muy pausadamente.

-Pe… perdona… por no habértelo dicho… antes… eres… lo mejor… que me ha pasado… en la vida… Te quiero…

Rápidamente me volvieron a apartar, para dejarme ahí, en medio de la calle, como un pasmarote, le pusieron el respirador al sitio a la vez que el pulsómetro convirtió las lentas pulsaciones que había estado emitiendo hasta ahora en un pitido constante, augurando lo peor, mientras que una lágrima nacía en su ojo, recorría el valle de su cara, para al fin naufragar en la camilla…

Y ahí me quede, sin saber qué hacer, esperándolo, para no verlo volver… nunca más…


viernes, 28 de noviembre de 2008

Ahogando las penas

-Rellénemelo por favor-. Le dije al camarero, un hombre que superaba la cuarentena, con el pelo moreno y corto, a conjunto con la calvicie, que le había dejado un para nada estético claro en mitad de la cabeza, con su barriga cervecera y seguramente en baja forma. Se giró, cogió la botella de Jack Daniel’s y lleno medio tubo, antes de que la retirara, le cogí por la muñeca.

-Doble…

Vertió más whisky hasta llegar a la parte de arriba.

-¿Ahogando las penas? – Sonrió y dejó de nuevo la botella a su sitio mientras se fue a atender a otra persona. El bar… bueno… más bien… en el antro de emergencia, pues estaba un tanto… bueno… seamos sinceros… considerablemente sucio, tanto el suelo, como los asientos… joder… y los vasos.

Ahogar las penas lo llaman… y es cierto…aunque creo que todavía no bebí suficiente ni como para poder ahogar mi ya hundida autoestima.

Amor… ¿Cómo explicarlo? Lo pienso y no hallo las palabras, pero sin duda, el tiempo que lo estuve, y que por desgracia lo sigo estando, he pasado los mejores momentos de mi vida… Hasta ahora. Hasta que te das cuenta que algo pasa, pero estabas tan ciego que ni te has dado cuenta y lo que podría haber sido un pequeño tropezón ha acabado siendo una fuerte caída desde lo más alto del jodido Empire State.

Os preguntaréis. ¿Qué le ha pasado a este hombre? Os contare mi historia, aunque breve, aprovechad para ir a por unas palomitas…

Todo empezó cuando la conocí… era preciosa, pero no una belleza como esas “mujeres de diez” según la revistas, simplemente era bella, y con una sonrisa radiante, siempre me han atraído las que lucen una bonita sonrisa, una sonrisa divina. Desde el primer instante, la primera mirada, por fugaz que fuera, me dejó prendado. ¿Recordáis alguna vez el sentir como que todo se parara? ¿Que todo avanza lentísimo? Así fue, ahí estaba, y nosotros nos dirigíamos hacia donde ella se encontraba. Bendita suerte. Mayor fue cuando Roberto se dirigió a ella y le dio dos besos… Maldita sea, quien me hubiera visto la cara se hubiera pensado que tenía algún problema mental, y para más inri seguro que solo me faltaba babear. Un codazo de mi amigo Luís me sacó de mi ensimismamiento.

-Chicos, os presento a Clara.

Cada uno de mis amigos le fue diciendo el nombre y luego se daban los típicos dos besos en la mejilla… hasta que llegué yo…

-… Me, me llamo Al… Alberto.

Por Dios… debí parecer imbécil, menos mal que para mi tranquilidad, hizo un leve asentimiento con la cabeza y automáticamente volvió a lucir esa amplia sonrisa. Acto seguido nos dirigimos a otra parte del pub, pese a que cada uno estaba con sus divagaciones mentales yo solo pensaba en ella, y en esperar volvérmela a encontrar otra vez, a ser posible sin el resto de borregos.

Y si… esa fue la primera vez que la vi, a la tercera vez que volví al pub, la volví a encontrar, no pensaba desistir hasta volver a verla… bueno… Nos fuimos conociendo, menos mal que parece ser que le caí en gracia, y no es que sea el típico baboso, así que poco a poco fuimos quedando alguna que otra vez entresemana, un cine, una cena…

Ahora creo a mis amigos cuando me dijeron, te lo vas a tener que currar. Oh, ese consejo me sirvió de mucho… nótese la ironía, cuando les dije que quería salir con ella… y así fue… ¡No hay quien entienda a las mujeres! Maldita sea, yo nunca había tenido novia, y eso que ya tenía la veintena, y pasé también de los consejos de los amigos, en ese ámbito, si la quería conquistar, yo mismo buscaría el modo.

Y qué más deciros… Tras insistencia, y desgraciadamente, bastantes chascos, así como malas noches, lo logré, no desistí en ningún momento y al final me dijo que sí, que saldría conmigo, no me lo creía ni yo, ¿ella conmigo? Me lo dicen hace seis meses y no me lo hubiera creído.

A partir de ahí los mejores días de mi vida se sucedieron. Yo era feliz con ella, y ella lo era conmigo, nos queríamos muchísimo… Pero todo lo bueno acaba… ¿no?...

En la multinacional en que trabajaba empezó a gustarles su trabajo y al parecer le fueron planteando con el tiempo el mover a otra ciudad, con mejor salario. Mas de uno de sus compañeros me dejaron caer que parecía que lo estaba pensando mas ella no me iba a abandonar, pensé yo. Hasta que finalmente un día las falsas elucubraciones del nuevo puesto en Kuwait fueron verdades y ya podéis imaginar lo que dijo ella. 

-Alberto… tenemos que hablar.

Tenemos que hablar… maldigo cien veces a aquel que hizo por primera vez la unión de estas tres palabras. Lo dejamos… si, rompimos ahí mismo, me dejo, me dejo solo… tal y como apareció en mi vida, se iba a ir… y yo no podría hacer nada. Mi corazón sintió como un hierro candente lo atravesara bajo la jocosa mirada de un torturador.

Cuentan que el tiempo cura las heridas… mas yo pienso que hay heridas que nunca cerrarán.

Y aquí estoy… sentado en este bar… pensando que hacer… Ahora ya hace dos semanas que se ha ido de casa y yo estoy peor que el primer día, ya nada tiene sentido, no sin ella… hay un agujero en mi vida, en mi alma que sé que ya nunca volveré a llenar. Tan solo recuerdo su figura… camino a la estación, con su melena al viento… y su inconfundible perfume… Algo me emborrona la visión, mis ojos se están ahogando en sus propias lágrimas… Echo mano a la cartera, dejo veinte euros en la barra y me voy de ese antro de mala muerte, no sin antes matar el whisky, del que ya se ha derretido el cubito, de un solo trago.

Me ciño bien la bufanda al cuello y me abrocho hasta arriba la chaqueta. Suspiro fuertemente, y surge ese humito blanco. Ese humito con el que estaría jugando hace años haciendo como que estábamos fumando, veo el humo subir hacia el cielo, y me recuerda a ella cuando fumaba uno de sus cigarros… La veía en todos los sitios… por la calle, en los escaparates, dentro de que aquel restaurante... y sonriendo, la misma sonrisa que me había dedicado en mis momentos más difíciles, sonrisa que me bastó para olvidarme de cualquier pena y volver en mi, sonrisa que no me va a volver a reconfortar… mis lágrimas vuelven a emerger. ¿Soy masoquista? ¿Porque no puedo dejar de pensar en ella?... En el fondo no lo deseo… sé que me voy a acordar de ella hasta el fin de mis días… Y continúo calle arriba… La noche está bastante entrada, las farolas que han sobrevivido al gamberrismo y que aún pueden alumbrar iluminan la calle, dándole un aspecto lúgubre, más aún cuando tan solo se oyen mis lentos pasos cada vez que piso el empedrado. Tengo unas ganas enormes de llegar a casa y dormir, dormir de una vez por todas y a ser posible… ojalá fuera para siempre si así pudiera borrarla de mi mente.

Entro por el portal, subo las escaleras, y cuando abro la puerta de mi casa, la creo ver ahí, en mitad de mi comedor, ¿es que nunca me la voy a quitar de la cabeza?… tan guapa como siempre, viste su camisón de seda de color blanco, con un ribeteado por los bordes precioso, lo recuerdo perfectamente, era su camisón preferido, con su melena morena, tan oscura como la noche cayendo por sus hombros y su cara… sus ojos… siempre adoré esos ojos, azules… reflejaban claramente su personalidad como si de un espejo se tratase… un azul como el mar, un mar basto e indómito, sin reglas, puede ofrecerte un navegar placentero, o también puede revolverse y convertirse en la peor de las tormentas.

Pero esta vez algo no va bien… de sus ojos, nace una lágrima que recorre su rostro hasta naufragar en sus labios… labios que no esbozan sonrisa alguna, es más, puedo distinguir como empiezan a temblar, y a la vez que reparo en ello corre hacia mí y me abraza… me abraza fuertemente, a la vez que la oigo llorar… esta vez no es mi imaginación, puedo oler su inconfundible perfume… esta aquí y está llorando, me está abrazando y yo sigo sin creérmelo, todavía sigo en el mismo sitio y en la misma posición igual que entre y me pare en el recibidor mientras la observaba con detenimiento.

El sonido que provocan mis llaves y la chaqueta al caer preceden a un abrazo sin igual, la rodeo fuertemente, está aquí, conmigo, la puedo abrazar, la siento, su cuerpo contra mi cuerpo, su olor… no puedo creerlo, desde que se fue que soñaba con esto y ahora que ocurre, que está aquí conmigo, no entra en mi cerebro… lágrimas manan también de mis ojos como no, avisando de que el llanto está próximo y no se hace esperar.

-Te eché tanto de menos… -apenas pude balbucear-.

Se separó un poco de mi cuerpo para poder mirarme a la cara. El silencio imperaba en la habitación, y mientras, nos quedamos mirándonos fijamente unos segundos… aleje el cabello de su cara, nuestros párpados se fueron entrecerrando poco a poco, a la vez que nuestros labios se juntaron en un pasional beso, podía sentir la tibieza de los suyos, esos labios que tanto anhelaba… nuestros alientos se mezclaron para crear un sabor indescriptiblemente dulce, con el otro brazo la sujetaba fuertemente, no la volviera a dejar escapar… no, esta vez no… nuestras lenguas, cual llamas de fuego, se entrecruzaban para extinguirse la una a la otra en una lucha sin final. Rodeó mi cuello con sus brazos… despacio… nuestros labios se separan muy lentamente, dejándolos con hambre de más, de no parar… ella lleva su mano hacia mi mejilla, y la acaricia… para abrir la boca y decir algo que siempre quería oír y que nunca fue tan sincero como aquella vez…

-Te quiero…








martes, 25 de noviembre de 2008

Música

Quizás va siendo hora de poner algo mas alegre... pero por supuesto tratando las cosas como las he tratado hasta ahora, con un buen raciocinio... La música... estoy loco por la música, la hay de mil estilos y variedades, y para todos los estados de ánimo, la música es sin duda... el mejor descubrimiento que hizo el hombre (vaya, algo bueno tenemos).

Me encanta esa música... que la escuchas una y otra vez... pero nunca te cansas de ella, esa música que te sumerjes en ella, que nada entre las notas y bailas entre los acordes, que cuando llega al éxtasis te pone la piel de gallina (al decir éxtasis no me estoy refiriendo a la maquina, disculpad el cambio de tema, continuo refiriéndome a VERDADERA música) si, con mayúsculas. La música clásica, la madre de toda la música que hay en día, aunque hay muchos estilos que dicen llamarse música, pero que podría también hacer esa "música" un obrero con un martillo neumático.

¿A quien no se le ha puesto la piel de gallina al escuchar por primera vez el carmina burana? Música que llega dentro, dentro del alma, que nos cala hondo, y que disfrutamos con ella. Música con armonía, con tonos y notas, escalas y acordes. No con sonidos electrónicos y donde la droga la toman para sentir mas esa música (no me extraña yo escucho maquina, techno o reggeton y puedo aguantarlo, por supuesto no critico a la gente que lo escucha, sencillamente a eso no lo considero música.) Bueno, el reggeton, regaeton, requeson o como se escriba si que la tiene, pero una música donde las letras son tan sumamente vejatorias para cualquier mujer que se precie, no me gustan y ni la respeto para nada. Espero no haver ofendido a nadie, y so lo he hecho, poneos a oir beethoven, y relajaros.


Compañeros de celda, esta noche sonará la sonata claro de luna para que podamos dormir en paz (y descansar en paz a los que le toque...)




viernes, 21 de noviembre de 2008

Dolor

Como duele fingir estar bien... ¿Porqué el humano?... las personas, ¿nos ponemos a reflexionar una y otra vez sobre lo mismo?...nos duele... lo sabemos, lo hemos pasado, el mal momento, un angustioso rato, te lo pasas bien, todo se va por la borda, lo que sea no acaba como mas desearas... ya sea con una pareja, amigo...

Si, nos duele, admitámoslo... ¿pero nos olvidamos de ello? NO

Es más, pensamos en ellos una y otra vez, cual burdos masoquistas... no nos gusta el dolor, pero no lo podemos evitar, una y otra vez lo mismo vuelve a pasar por nuestro cerebro... nos atormenta.... ¿desconectar? jamas. ¿no pensar en ello? no es tan facil.

Es muy curioso el ser humano, quizas nunca nos llegaremos a entender ni a nosotros mismos...

Que hacer?

Que alguien nos lo diga....y tomad nota mis reclusos....






lunes, 17 de noviembre de 2008

Otra noche mas

La noche era oscura... y el reflejo de la luna sobre el lago, se movía a la par que el viento besaba el agua, y después acariciaba la pequeña plantación de trigo... susurraba... elevo la vista y veo un millar de estrellas manchando un fondo negro, un negro sobrecogedor... me relaja...

A la lejanía, las montañas se dibujan por el brillo de la luna, dándoles un toque mortecino muy peculiar... Me siento sobre el pequeño y desvencijado muelle que entra en el lago, cruje... y con mis pies dibujo en el agua lo primero que se me viene a la cabeza... Me recuesto... cierro los ojos y me limito a escuchar... el sonido de la noche... precioso... Sonidos que solo de esa manera oigo, y no suelo oír, por eso son bien recibidos, y los disfruto todo lo que puedo... me levanto...

Empiezo a caminar a través del trigal... al fondo veo el granero... y las reses descansando en el vallado de al lado... extiendo mis brazos y acaricio esas suaves plantas...cierro los ojos... la brisa mueve mi pelo hacia detrás y respiro hondo... el olor de la naturaleza... me sumerjo todo lo que puedo en ese cúmulo de sensaciones... intento fluir con el viento... mezclarme con el... ser uno con todo, como si fuera un sueño... lo logro.

Me despierto de mi letargo a la vez que un ruido rompe con la armonía. Ya no hay brisa... ya no huele a naturaleza... huele a humo... a contaminación... abro los ojos... la pradera no esta...el lago tampoco... tampoco el muelle desde el que salté al lago... ni el granero... Me froto los ojos... Me volví a dormir al lado de la ventana...




Los sueños tan solo son sueños...lástima... al menos me hacen feliz... aunque sea por un periodo breve de tiempo...





domingo, 16 de noviembre de 2008

Paz y guerra

Tan parecidas... y tan distintas... No hay una sin la otra... y siempre van cogidas de la mano...
Cual hermanos pequeños que no desean separarse nunca... Y que si llegan a ello, anhelan volver a recontrarse
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¿Desgracia? Sin duda

El dinero se emplea en construir armas cada vez mas novedosas, en un círculo vicioso por ver quién inventa lo más destructivo, o perfecciona las armas para que la muerte sea de mil maneras dependiendo del juicio del ejecutor sumado a la bala usada.

Olvidemonos de nuevas vacunas, y pensemos como bajarles el peso. Un hospital menos y que cada uno de nuestros soldados pueda portar 5 granadas mas. Instauremos la paz mediante la guerra.

Chistoso... y contradictorio, sin duda alguna.

Aprieta el gatillo... y retira una vida. Llego a pensar que hay quien sueña con ser dios, con dominarlo todo, bajo la fuerza del acero. ¿Honor? ¿dignidad? Hace mucho era defendido con sangre y dientes. Hoy en día parece ser que la mayoría de la gente tan solo es digna de tener alojada en el cerebro una bala del calibre 47. Como cambia el mundo... y como va a cambiar... No me imagino como será dentro de tan solo diez años. ¿Nos mataremos los unos a los otros? Quien sabe....



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El hombre desea instaurar la paz, y para ello, construye mas armas.





Hora del rancho....





miércoles, 5 de noviembre de 2008

La nada...


La nada.... como definir la nada?, que manera hay de definir lo que no existe...
más bien, lo inexpresable, lo intangible y lo invisible...

¿como definir la carencia de todo?, la ausencia de nada...
De nuevo surge la misma palabra, nada...

Pienso sobre ello...¿y que saco al final?, nada...


Cuán irónicas se vuelven las cosas en cuanto en algún momento de aburrimiento a cualquiera le da por devanarse tan solo un poco los sesos.


Quizás tan solo buscando algo que tenga ese significado...

¿lo encontramos?
no...
es más
cuando lo vemos, ¿somos capaces de decir que ciertamente es nada?

La verdad, nada es lo que parece.

El tema se vuelve chistoso, y cuantas más vueltas le doy más ganas tengo de seguir poniendo un torrente de palabras que luego serán releidas para ver hasta donde he estado en lo cierto y con que no he acertado NADA.


Por favor chicos, no hagais ruido, hay compañeros de celda que quieren descansar...




Nada nunca es nada






martes, 4 de noviembre de 2008

El transcurrir...

Y aquí me hallo... ante el ordenador, pisando con mis dedos las teclas que forman las palabras de lo primero que se me pasa por la cabeza... ¿Que hacer mañana? ¿y pasado? vivir el momento día a día, o planearlo todo al milímetro... no se...

¿Quien soy y que hago aquí? pregunta que se deben de haber hecho prácticamente todas y cada una de las personas que habitan este pequeño planeta que ocupa una porción ínfima del universo...

¿Ciertamente será infinito?... ¿porque? de todas formas, sino lo fuera, ¿como acabaría? ¿que pondría fin a la nada? ¿que extraña barrera se yerguería y no nos dejaría continuar?

Las divagaciones mentales se producen sin fin, miles de preguntas sin resolver...

Miramos a nuestro lado, y vemos que todo hace algo, todo ha estado creado para y con un fin, igual que lo animales, nacen para reproducirse y aumentar su especie, evolucionan para así poder hacer frente a todo tipo de amenazas.

¿Que hacemos nosotros? dar un paso atrás en la evolución, y parece mas bien que deseemos el fin del planeta que habitamos, que barbaridad de especies se han extendido ya, y tan solo son unos pocos los que intentan paliar las cosas. ¿Concienciar a todo el mundo? lo dudo.

¿Otra catástrofe limpiará la tierra y todo volverá a empezar?

Quien sabe, quizás hay alguien que tenga la respuesta, alguna persona, en algún remoto lugar, alejada de la contaminación y de la violencia que cada vez es mas inherente en un mayor porcentaje en la gente.

Absurdas e incontables divagaciones mentales de un chaval...

Tan solo una cosa si estoy seguro....


Solo sé que no se nada.


domingo, 2 de noviembre de 2008

El rey y el mago

Había una vez un rey, que siempre sentía que todo le iba mal, que no había al final manera de solucionar las cosas, incluso un día llegó a ponerse malo, fueron los médicos a verle, y al no solucionarlo, mando ejecutarlos.

Hasta que un día, la dijeron que sabian de un mago que es posible que pudiera ayudarle. El rey hizo llamar al mago.

Tras varios días, al mago apareció en la corte y fue a hablar con el rey. Tras una larga charla, el mago sacó un pequeño saquito y se lo dio al rey.

-Solo podrás abrir el saco para el que pudieras considerar un verdadero mal día, quizás el peor de tu vida, pues solo podrás usarlo una vez lo que hay en su interior.


El rey, guardó el saquito, y extraordinariamente, al día siguiente se encontraba genial, y así ocurrió con todos los días, porque sabía que si ocurría algo malo, tenia el saquito para solucionarlo, pero ya le empezó a ir todo bien, siempre feliz y sonriente. Hasta que un día, se volvió a encontrar mal, igual que varios años antes, entonces, echó mano del saquito, lo abrió, y dentro vio un anilló que en una inscripción rezaba...


-Esto también tenía que pasar.


Bonita historia, ¿Cierto compañeros de penas? Os voy a contar una cosita, hay dos clases de problemas, los que tienen solución, y los que no. Si tienen solución...para que preocuparse, y si no tienen...para que preocuparse si sabes que no hay arreglo?


...hora de apagar la luz.


sábado, 1 de noviembre de 2008

La caverna

A Luís, como deberes de escuela, le habían dicho que tenía que ir un día a trabajar con su padre, para que vieran de que trabajaba. El padre de Luís era espeleólogo. Llegó el día, y se fueron a la montaña, y claro...que va a hacer un niño de siete años? pues lo que hacen los niños de siete años, se puso a jugar, y una vez dentro de la cueva lo mismo, su padre enseñándole lo que son las estalagmitas y las estalactitas, y Luís se dedicaba a patear piedras. Llegó un momento en el que llegaron a un tramo de la caverna en la que había un enorme agujero y pasaron con mucho cuidado. Luis le dijo a su padre...

-Papa.... tengo miedo...miedo....miedo....miedo
-. Resonó por la caverna.


Al pequeño se le encogió el corazón, así que lo que su padre hizo, fue abrazarlo y decirle...


-Tranquilo hijo, escucha... Cariño... cariño... cariño.... vida... vida...vida... vida... amor... amor... amor...-. Resonó esta vez.


La vida nos devuelve lo que nosotros le damos, si vamos pensando siempre lo que no toca, siendo pesimistas, todo lo veremos igual, y rara vez nos daremos una alegría. Sonreíd, ved las cosas con otra cara y todo os irá de fábula. ...hora del rancho compañeros.



El Leñador

Existió un gran leñador una vez, era un hombre grande y fornido, y el solo, era capaz de realizar la misma tarea que realizaban varios hombres un día.

Hasta que llegó un momento, en que el hombre, empezó a cortar menos árboles, y cada vez menos. Empezó a dedicar más de su tiempo, pero nada, cada vez menos, cada vez menos.

Finalmente un día, su capataz le dijo:

-¿Cuando fue la última vez que afilaste tu hacha?

-Nunca la afilé, tan solo me dediqué a cortar.

Lógicamente, el filo de su hacha se había quedado tan romo como si de un martillo se tratase.


Compañeros de celda, vivid la vida al máximo, haced todo lo que podáis, no os encasilléis en algo, o el hacha perderá su filo. Salid, reíd y disfrutad, hasta así llegar a romper los barrotes de la celda.


viernes, 31 de octubre de 2008

Crecí en los ochenta



Que mas puedo decir...grandes tiempos aquellos

This is halloween

Bonita cancion para ambientarse en esta noche especial, aqui os dejo un link donde podréis ver una gran cantidad de calabazas en las que ha sido plasmado verdadero arte en ellas


Terrorífico dia de Halloween para todos los pequeños locuelos

Un regalo

Saludos amigos.

Imaginad que hay un banco, que todos los dias, nada mas levantarnos, nos ingresa 86400 euros en nuestra cuenta de banco, y tenemos todo el dia para gastarlos, en lo que queramos, no hay trampa ni cartón, debemos limitarnos a gastarlos. El único inconveniente esque al acabar el dia, nos quitan todo el dinero que queda en la cuenta, para darnos de nuevo al dia siguiente los 86400 euros.

La pregunta es: Seríais capaces de gastaros todo ese dinero en vosotros? o mejor aún, seríais capaces de gastarlo fuera como fuera todo, todos los dias de vuestra vida?

Quizas los primeros dias si lo gastarais todo en vosotros, mas adelante gastariais en los demas porque a vosotros ya no os hace falta nada, hasta que finalmente gastarias en vosotros lo necesario y el resto darlo. Pensad lo que hariais vosotros.




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ya lo sabeis?

Bien, pues ese banco, es el banco de la vida,
que cada día nos regala 86400 segundos
para los gastemos con quien, y como queramos.


Pensad bien como gastarlos.




Clara

Aqui teneis otro relato, digamos... de un ámbito policíaco también, y al igual que Diario de un sangrefría se trata de un relato corto, disfrutadlo.

Otra mañana mas… Tan solo son las ocho, y de nuevo, pululo calle arriba, escurriéndome entre la suave brisa hibernal… Un grito me hace salir de mi ensimismamiento, un hombre alto, castaño y de avanzada edad, se yergue tras el pequeño mostrador de esa vieja tienda. Como cada mañana, me hubiera tomado mi café, pero ahora no podía, continué avanzando, echando miradas hacia los estrechos y lúgubres callejones, que daban ese mortecino toque al barrio. De repente, otro sonido familiar era reconocido por mis oídos, el suelo empezó a empaparse poco a poco, y ese inconfundible olor a mojado llegó a mi nariz. Todo se repetía, igual que aquel día…

-Aquí debe ser…

Me hallaba delante de una majestuosa casa, de amplios ventanales, dos pisos de altura y toda ella con el ladrillo a la vista, dándole un toque bastante distinguido. El portal de la casa, esta precedido por dos enormes columnas, de mármol, que sustentaban el pequeño techo a dos aguas, cubierto de teja que guarecía de la lluvia al que estuviera debajo. Me acerqué a la puerta, y la golpeé dos veces. A los pocos minutos, y tras haber golpeado la puerta varias veces más, una mujer de unos veinticinco años abrió la puerta.

Debía de medir sobre un metro setenta, de rasgos finos, con una melena pelirroja un tanto encrespada y con unos ojos de un azul que sería capaz de quedarme embelesado horas mirándolos, los tenía un tanto enrojecidos, seguramente por haber estado llorando. Vestía un pantalón corto de color rojo, y una camisa blanca de unas dos tallas más que la suya, mientras que con una mano abría la puerta, en la otra tenía un pañuelo algo húmedo.

-¿Quién es usted?-preguntó.

-¿Buenos días, usted debe de ser Clara, cierto? Mi nombre es Ramón, y soy detective privado.- Dije mientras le enseñaba una identificación que siempre llevaba en mi cartera-. Quisiera poder hablar con usted.

-…Cla…claro…adelante.

Pasé dentro y nos sentamos en unos sillones, uno frente al otro. El amplio salón tenía la cocina al lado, y los separaba una pequeña barra, con mármol negro por encima. Diversas estanterías estaban repartidas por toda la estancia, todas ellas repletas de libros. Una enorme moqueta cubría gran parte del suelo, y una chimenea integrada a la pared daba un aire rústico y más acogedor.

-Dígame… ¿qué quiere?

-Estoy aquí por su difunto tío-. A la joven empezaron a temblarle los labios-. Siento mucho su muerte, sé que ha estado viviendo con él desde la muerte de sus padres, lo siento también por ellos…Al parecer la policía piensa que se trató de un robo que acabó mal, pero yo no pienso lo mismo, y como único familiar, me pasé a verla a usted. Debo confesarle, que días antes de su muerte me dijo que la vigilara, no me dijo más. No es difícil deducir que ahora pueden venir a por usted. – A la joven se le abrieron los ojos de par en par-.

Pensé que debía cambiar un poco el tema, parece ser que me precipité demasiado. Tantos años de trabajo y aún no lograba ser un poco sensible. Tras unos segundos de incomodo silencio me dispuse a ello.

-¿Clara, al final acabó bien su carrera, no?

Un poco atónita, contestó.

-S… si, estuve muy triste, pero no podía tirar por la borda el trabajo de tanto tiempo.

-¿Que estudiaba?

-Traducción e interpretación.

-Una buena carrera sin du… - me interrumpió al instante-.

-Si vino a hablar, no ande con divagaciones, vaya directo al grano, cuanto antes pase el mal trago mejor.

-Sí… claro –Hasta a mí me tomo por sorpresa esa reacción-. A lo que venía, creo que está en peligro, sabe de algún tipo de persona que su tío conociera, que no fuera de fiar… o alguna cosa que le contara fuera de lo normal, me sería de gran ayuda, quiero llegar al fondo del caso. Me pagó un dinero, y pese a que no esté entre nosotros, quiero ahora yo hacer algo por él.

Durante largos segundos, anduvo dubitativa, su rostro cambió.

-… Quizás tenga algo… espere aquí.

Subió las escaleras que daban al piso de arriba, y me quede esperando. Tras unos cinco minutos, y justo cuando iba a llamarla por si todo iba bien, se oyó algo romperse contra el suelo, y seguido a este un desgarrador chillido de la joven. Rápidamente, desenfundé la beretta que llevaba escondida en la tobillera y subí con cautela al piso de arriba.

-¿Clara? ¿Me puede oír?

No obtuve contestación alguna. Una vez llegué a el piso de arriba, había una puerta abierta a mano izquierda, con unas escaleras que bajaban, y torcían al final, parecía ser que daban a un sótano. Al ser la única luz que había encendida, me dispuse a bajar por el poco iluminado pasillo, pues no había ninguna ventana que permitiera al astro rey hacer aparición. Cada vez que pisaba, pese al cuidado que tenía al bajar, los escalones crujían. Me quité la gabardina, y la dejé en el escalón, tragué saliva, y apuntando hacia delante, continué bajando. Había un silencio sepulcral, tan solo me oía a mí, mi intranquila respiración, y los latidos de mi acelerado corazón.

-Ya me estoy haciendo viejo para esto. - Dije por lo bajo.

Cada vez la escalera era más oscura, pero cuando torcí, pase a un pequeño rellano y vi más escaleras que bajaban, y abajo del todo, otra bombilla, que alumbraba una amplia estancia, con una gran mesa de madera en el centro, el suelo estaba lleno de plásticos, por todos los lados. La baja potencia de la lámpara dejaba en penumbras la zona cercana a la pared. Pero aun así pude divisar a mano derecha un armario con puertas correderas, y al fondo a la izquierda, junto a otra puerta, se podía ver una habitación, con la puerta abierta, y el cristal de esta roto, con los fragmentos esparcidos por el suelo, una muy tenue luz se podía ver por el resquicio de esta. –Ahí hay una ventana- pensé. Respiré hondo varias veces y me acerqué cautelosamente.

Cuando estuve al lado de la puerta, conté para mi mismo hasta tres, me encaré a ella, y de una patada la abrí por completo, y ante mi asombro, vi la habitación vacía, no había nadie. Fui a darme la vuelta rápidamente, pero ya era tarde. Alguien saltó sobre mi espalda y me puso un gran cuchillo en el cuello.

-Demasiado lento. –Dijo una voz muy familiar, femenina, sin duda alguna la voz de Clara. Antes de poder mediar palabra, el acero empezó a cortar piel y carne, y no tardó en cortarme la tráquea. Sin fuerzas, con los ojos desorbitados caí de espaldas al suelo, con la beretta a un lado, y con las manos temblando, buscando alguna forma de ayudarme a seguir con vida.

-Maldito idiota. –Acercó su cara contra la mía, a escasos milímetros, mientras me hablaba-. Me lo has dejado en bandeja. Te vi llegar a la casa, se quién eres. Mi tío ya sabía que iba a por él, preparé bien la escena. ¡La policía se lo tragó! Pretendías ayudarle, y mira que has ganado, tu fin. Ahora sí, ¡toda la herencia para mí! Disfruta de las vistas… más tarde vendré a deshacerme de ti.

Se incorporo, y cuando ya casi se había ido de la estancia, me dijo las últimas palabras.

-¿Que tal la interpretación?-. Subió las escaleras mientras reía de una manera histérica… Y ahí me hallaba yo, tirado en el suelo, sintiendo como mi vida poco a poco se desvanecía, a la vez que la sangre se esparcía por el suelo. Intentando respirar, no podía, lo único que salía de mi boca, eran unos gemidos agónicos y el sonido de intentar coger aire, ahogado por mi propia sangre… era el fin… Ahora camino calle arriba, sin rumbo. Otra mañana mas…