A Luís, como deberes de escuela, le habían dicho que tenía que ir un día a trabajar con su padre, para que vieran de que trabajaba. El padre de Luís era espeleólogo. Llegó el día, y se fueron a la montaña, y claro...que va a hacer un niño de siete años? pues lo que hacen los niños de siete años, se puso a jugar, y una vez dentro de la cueva lo mismo, su padre enseñándole lo que son las estalagmitas y las estalactitas, y Luís se dedicaba a patear piedras. Llegó un momento en el que llegaron a un tramo de la caverna en la que había un enorme agujero y pasaron con mucho cuidado. Luis le dijo a su padre...
-Papa.... tengo miedo...miedo....miedo....miedo-. Resonó por la caverna.
Al pequeño se le encogió el corazón, así que lo que su padre hizo, fue abrazarlo y decirle...
-Tranquilo hijo, escucha... Cariño... cariño... cariño.... vida... vida...vida... vida... amor... amor... amor...-. Resonó esta vez.
-Papa.... tengo miedo...miedo....miedo....miedo-. Resonó por la caverna.
Al pequeño se le encogió el corazón, así que lo que su padre hizo, fue abrazarlo y decirle...
-Tranquilo hijo, escucha... Cariño... cariño... cariño.... vida... vida...vida... vida... amor... amor... amor...-. Resonó esta vez.
1 comentarios:
La onda y la vibración de tus actos, existen, todo se te devuelve como un preciso boomerang.
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